
Antes de que el turismo fuera el principal motor económico de la isla de Formentera, el clima y el ecosistema de nuestras tierras la hicieron fértil y próspera para la agricultura. Y al poder disfrutar de vientos de costa de bastante calidad, los molinos de viento, idea importada de Holanda, eran el motor de los siglos XVI, XVII y XVIII. Así que tenemos algo de experiencia en el uso de energías renovables 😉
De los siete grandes molinos harineros que existieron en Formentera (aunque puede que uno de ellos fuera salinero), el que se conserva mejor y tiene más interés es el de la Mola, con su maquinaria completa. De mampostería y encalado reluciente y con sus ancestrales aspas de madera, son recuerdos de otro tiempo que nos recuerdan que no estamos tan lejos de una esencia rural que ha sido el mismo fundamento de la existencia humana.
El de la Mola, construido en 1778 y reabierto al público desde 2013, se encuentra en la parte este de la isla, cerca del Pilar de la Mola.
¡Ah! Y si vas en verano podrás visitarlo por dentro 🙂